Hace algunas semanas terminaba el libro que escribió Elena Poniatowska sobre la vida extraordinaria de la pintora Leonora Carrington. En uno de los capitulos mencionaba que Leonora podía comunicarse con todos los animales y con todas las razas de perros excepto con una: los pastor alemán.
El sábado pasado de camino a la casa de campo encontramos una hermosa cachorra que estaba perdida. La conexión fue inmediata, la miramos a los ojos y ella nos miró y no sé por qué en ese momento recordé a Leonora Carrington y decidí llamarla así. Leonora llegó a cambiar toda nuestra comodidad, energía, orden, pero también nos llenó de compañía, nos seguía a todos lados, sus lenguetazos nos despertaban en la madrugada y no había un solo momento del día y noche que se apartara de nosotros. Sin embargo Leonora tenía dueños, y además la estaban buscando desesperadamente pues la mamá de la cachorra estaba muy deprimida. Cuando llamé al dueño le dije: – nosotros tenemos a Leonora, puede pasar por ella a casa– y el me contestó: Leonora se llama mi esposa, la perrita se llama Chela.
Nos despedimos de Leonora tristemente, pero pensamos en lo contenta que se pondría ella y la mamá al reunirse nuevamente.
Leonora
Jordi Boldó y Esmeralda Torres con Leonora. Desde la antigua calle del árbol. Septiembre 2015.
Jordi Boldó y Esmeralda Torres con Marita M. Escultura de Leonora Carrington, explanada de rectoría de la UAQ. octubre 2015.