"No es verdad. El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban...El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se ha visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino."

José Saramago


Todas las fotografías que aparecen en este blog sin el crédito correspondiente han sido tomadas por el autor.

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lunes, 21 de julio de 2014

De Atlihuetzian a Roma

Dicen que todos los caminos conducen a Roma.

Reunida con más de cien becarios, músicos, poetas, pintores, escultores, y repitiendo una y otra vez las palabras: concepto, desarrollo, discurso pictórico, proceso creativo, temporalidades, propuesta, narativa de la obra, etcétera, etcétera, transcurrían tres días en la ciudad de Tlaxcala. Acompañada del sonido de una cascada y de unas tremendas lluvias, esperaba la hora de comer para tomar aire y explorar los alrededores. Fue justo en un poblado cercano (a 10 minutos del hotel) llamado Atlihuetzia donde encontramos un momento de silencio y  también, una excelente comida. El restaurante "tikytos" se encontraba al final de una calle empedrada y frente a un ex-convento franciscano del siglo XVI, la vista era espectacular pues al oriente veíamos el cerro de la Malinche y al poniente el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Allí probamos las "indias vestidas", tortillas rellenas de queso, capeadas con huevo y bañadas en caldo de jitomate, y el tradicional "pastel de Coaxamalucan", requesón bañado en un jarabe de miel y limón, acompañado por supuesto de un café de olla con todo y su piloncillo. Este lugar y su deliciosa comida me lleno de energía para continuar mis últimas horas de este encuentro de becarios. Una vez terminada la reunión y con muchas ganas de regresar a casa y tomar nuevamente la carretera, recordamos que había una exposición de Cy Twombly en el Museo Jumex de la ciudad de México.  Recuerdo haber visto por primera vez a Twombly en el MOMA en Nueva York y desde entonces su pintura se grabo en mi como un tatuaje. Mirando y sintiendo cada obra, recorriendo cada cuadro, cada escultura y cada dibujo, avanzando con calma y con la paciencia de un ojo que no quiere que se le escape nada, sentí como Jordi se acercaba a mi y en secreto murmuraba: te regalo este cuadro de Twombly, es el que más me gusta, y durante unos largos minutos contemplamos ese cuadro que había sido pintando, como casi toda su obra, en la ciudad de Roma.

Yo pensé que mi viaje era Querétaro-Tlaxcala-Querétaro, pero la vida me sorpendió con trayectos que no estaban planeados, trayectos que no encontré en google maps ni en el waze.

  The Rose (IV), 2008 / Acrylic on plywood 99 1/4 x 291 1/4 inches (252 x 740 cm)


 Jordi Boldó y Esmeralda Torres en Atlihuetzia. Julio 2014.